La magia del oficio, magia se queda: diez años de Oficios Varios

Te invitamos a leer nuestro texto de aniversario

y con algo más se la aprendería; pero el milagro del resultado, la magia del oficio, magia se queda, así en la sinfonía como en el tejido; la gastadora de ovillos al igual de la organista, conserva su prestigio de criatura que saca belleza armónica de materiales confusos” 

Gabriela Mistral.

¿Es posible ser una organización social si quienes somos parte de ella no compartimos las mismas ciudades de residencia y sostenemos la mayor parte del tiempo reuniones de forma virtual? Mucho antes de la pandemia nos empezamos a familiarizar con los programas de videollamadas grupales, para mirarnos las caras y no perder parte de la espontaneidad que teníamos en nuestros primeros años juntas. De a poco, nos fuimos desperdigando por el país y por el mundo, pero no queríamos separarnos, queríamos seguir compartiendo juntas y sumar a más, sin perder de vista nuestro objetivo: resguardar las prácticas y saberes antiguos de la humanidad, esos que se han traspasado de mano en mano, de cuerpo a cuerpo, por cientos de generaciones y que nos permiten estar hoy vivas. Siempre bromeamos con la idea de estar preparadas para el fin del mundo, saber todo lo necesario para cuando llegue el acabose y dejar manuales detallados para quienes no alcanzaron a aprender. 

Así, se nos han ido sumando varias personas en este camino de diez años, con algunas comenzamos y hemos persistido desde el principio, en un pacto tácito de cordialidad, respeto y cariño. Nos admiramos y cuidamos, intentamos que la sinceridad nos guíe y que nuestra porfía porque no existan jefes sea comprendida por quienes se van sumando. Algunxs le van tomando el gusto a esta libertad bañada de ética por el hacer. 

Hemos pensado en cerrar mil veces, nos hemos cansado mucho, hemos llorado y reído hasta que nos duele la guata. Intentamos hacernos cariño a la distancia, y sostener esta idea de organización que hemos ido construyendo en la medida de nuestro hacer conjunto y en la práctica de nuestros ideales. Nuestra forma de organización conlleva mucho trabajo en terreno para construir relaciones reales, leales y afectuosas con quienes vamos conociendo en el camino. Nos acercamos a personas que admiramos y buscamos construir un trabajo conjunto de investigación, sistematización y resguardo de sus quehaceres. Sabemos que no somos de ningún lugar en el que trabajamos, por lo que llegamos con cuidado, observando y respetando las formas que nos proponen quienes nos reciben con cautela y cordialidad. Obviamente, no todo es miel sobre hojuelas, y cuando es necesario conversar, conversamos, con respeto, con tiempo, e intentando que todas las partes sientan tranquilidad al terminar la tarea conjunta. 

A veces se nos pone cuesta arriba todo, no es fácil sostener una organización cultural sin fines de lucro en Chile, a ratos parece voluntariado y peregrinación, y los malos ratos hacen que cada cierto tiempo tengamos que volver a recordar el sentido. Por suerte nos hemos dejado advertencias a nosotras mismas, marcadores, relaciones, que nos recuerdan por qué persistimos con esto que a veces se hace tozudez en medio de este mundo. 

El presupuesto es escaso y las expectativas son altas, pues la precarización del sector artesanal es significativa, tanto en el plano material como en el simbólico. Existe una paupérrima condición en la que nos encontramos quienes trabajamos en el ámbito de la cultura, nos hacen competir entre pares por sueldos que no alcanzan a ser ni el mínimo. Tenemos que hacer malabares para sostener vidas a las que le encontramos la vuelta en la austeridad y el tejido de redes firmes que nos sostienen cuando las cosas se ponen difíciles. 

En este contexto, es complicado definir lo que hacemos como un trabajo, claro, es nuestro trabajo, es a lo que le dedicamos nuestro tiempo y lo que en muchos casos paga nuestras necesidades vitales. Sin embargo, reflexionamos de forma colectiva, hacemos planes, usamos nuestra creatividad para buscar soluciones o conseguir nuestros objetivos. Gestionamos los recursos, trabajamos en equipo, nos hacemos preguntas que intentamos respondernos en conjunto, en conclusión, se nos pasan los días haciendo lo que nos gusta. A pesar de que el Estado insiste en burocratizar cada vez más los procesos en los que podemos conseguir recursos, pidiendo el papel del papel, y cada verificador que le confirme que hacemos lo que hacemos, mientras vemos desfilar por la prensa nacional robos por tantos millones que no somos capaces de dimensionar la cantidad, y pensamos, cuánto podríamos hacer con tanto: editar más manuales sobre oficios; reabrir la Escuela de Artes y Oficios; hacer para cada maestro y maestra artesana una escuela personal en sus localidades donde se consideren todos los recursos necesarios para que sus aprendices se dediquen de lleno -como monjes taoístas- a aprender; viviendas dignas y calentitas para aquellos que ya se van poniendo más grandes y necesitan descansar; museos comunitarios que resguarden la memoria de cada oficio en sus pueblos; y podríamos seguir enumerando. 

Después de 10 años, seguimos siendo idealistas, sosteniendo en cada lugar en el que estamos esa conversación incómoda, sobre qué podemos hacer, cómo nos podemos organizar para que más personas quieran dedicarse a los oficios, para que sea una decisión que asegure una vida digna. Que quienes lo realicen se esmeren por hacer lo mejor posible sus trabajos, sin olvidar cada uno de sus pasos, honrando a quienes vinieron antes que ellos. Y qué suerte se siente poder hacer todo esto con personas afines, las que ya se van transformando en amigas, en parte, porque  pareciera que vibran y sienten como una. Como ese momento mágico de emocionarse por una flor bella, por un paisaje magnífico, por unas manos hábiles creando objetos útiles y hermosos. Por una inteligencia práctica que resuelve necesidades entrando al bosque, con un pedazo de tierra, o lo que encuentre a mano. 

Este año a modo de celebración de nuestros 10 años, editamos junto a la Editorial Libros del Cardo el libro “La magia del oficio, magia se queda”, una compilación de textos de Gabriela Mistral sobre los oficios. Para nosotras es como compartir un tesoro, con el fin de encontrar más aliadxs, amigxs, para esta titánica tarea de resguardar las sabidurías y prácticas antiguas, la que por supuesto, no podremos hacer nunca solas. Es un libro que esperamos no acumule polvo en las bibliotecas, sino que sea siempre revisado, rayado, leído en voz alta, y quienes lo obtengan, lo compartan con más personas que puedan vibrar con textos que tienen más de cien años de antigüedad y que a nosotras nos dan siempre  fuerza y ánimo de seguir. 

Y de paso, con este libro, aprovechamos de hacer nuestro homenaje a una de las seres más bellas que ha creado la Cordillera de Los Andes. Es un abrazo fuera del tiempo. Un gesto de profundo respeto, agradecimiento y admiración por Lucila Godoy, la niña, y Gabriela Mistral, la profesora, poeta, diplomática y premio Nobel. 

“Damos prueba de nosotros en nuestra manera de amistad y de amor, en la elección de un partido político o de una fe; pero todos ésos son testimonios parciales o vagos; el cómo encuadernamos un libro o damos nuestra clase en una escuela, nos dice eso, si da el duplicado de nuestro semblante”.  Esperamos que con nuestro quehacer logremos ser fieles a esta idea de Mistral, que cada proyecto y tarea en la que nos embarcamos de cuenta de nuestro semblante, de nuestro compromiso colectivo. ¡Que vivan los oficios y cada ser que los resguarda, aprende y transmite en esta tierra!

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