Por Débora Cerutti para La tinta
En el valle de Traslasierra, desde el inicio del aislamiento social obligatorio, miembros de la Comunidad, Trabajo y Organización (CTO) realizan, semanalmente, un reparto a domicilio de frutas, verduras, lácteos y productos de primera necesidad con el fin de garantizar una alimentación variada y a precios populares.
Los árboles trazan profundas sombras, marcadas por el sol otoñal matutino que brilla en el valle de Traslasierra, Córdoba. Aquí, la cuarentena transcurre necesariamente al aire libre. Por las siestas, se puede ver algún joven sentado con una computadora haciendo la tarea en la casa de la vecina que tiene internet. Se puede escuchar el ruido de un machete o una motosierra cortando leña para las salamandras. La gente llega a caminar kilómetros para hacer compras en el almacén del pueblo o para salir a la ruta y, de allí, ir al pueblo vecino.
Talía pesa las bananas, las manzanas y las mandarinas. Las va separando en kilos mientras Melisa le confirma la cantidad de pedidos y repasa los números y cantidades: son veinticinco bolsones los que hay que preparar. Ani coloca las frutas ya pesadas en bolsas, cuidando que las cosas no se aplasten y todo llegue sano a sus destinos. Bocu sube los bolsones a la chata. Ya estamos por salir.
Nos subimos a la caja de la camioneta y salimos a recorrer los distintos parajes rurales de la localidad de Las Calles: Paso de las Tropas, Arroyo Seco, San Huberto y El Intermedio, con las compras comunitarias de frutas, verduras, lácteos y carnes que se realizan todas las semanas y se reparten a las familias y unidades productivas del pueblo a precios mayoristas.
Las compras comunitarias surgen como una necesidad frente al impacto económico de la crisis que produce el aislamiento social obligatorio. “Es una estrategia de bajar los costos de vida. En el caso de los lácteos, harina y azúcar, son compras al por mayor. En el caso de la verdura, surge la iniciativa de traer verduras de compañeras y compañeros del Quirquincho, organización parte de la Unión de Trabajadores Rurales y tienen puestos en los mercados de Córdoba”, afirma Fabricio, miembro de la Comunidad, Trabajo y Organización (CTO).
“Pedimos, por ejemplo, tres bolsas de papa y dividimos cuatro kilos por bolsón, ponemos un anquito, una acelga, dos kilos de tomate y, así, todo dividido por los bolsones. Compramos productos de primera necesidad y de temporada: primero, empezamos con zapallo, cebolla, papa, acelga y, después, le fuimos sumando más cosas”, me cuenta Melisa. Junto a Talía, son parte de la CTO y las responsables de tomar los pedidos y organizar las compras comunitarias, que surgieron como una necesidad en este contexto de pandemia: “Nos juntamos, tomamos unos mates, esperamos al Bocu que llega con todas las verduras desde Los Hornillos. Unos días previos, levantamos el pedido y hacemos el listado posible de compras”, me dice.
Y es que, con las medidas de aislamiento social obligatorio y el hecho de que el valle de Traslasierra es un lugar donde no existen casos de COVID-19, la circulación de productos se ha reducido al mínimo y las dificultades para entrar y salir del valle ha propiciado una enorme especulación en torno a los precios de productos de primera necesidad a nivel local.
Junto a La Ronca (espacio comunitario que reúne varios proyectos productivos), Radio El Grito y Humanx (local cooperativo), están compartiendo el flete que trae las verduras del mercado y fortaleciendo las redes de articulación que existen desde mucho antes de la pandemia: “La estrategia de las organizaciones es salir a buscar una dieta balanceada a precios populares, opuesta a las cajas de Paicor que dan los gobiernos en general. Por otro lado, es una estrategia opuesta a cómo se mueve el mercado capitalista a precios locales. Si los alimentos están caros en los supermercados, en las despensas de los pueblos están el doble y eso hace inaccesible los precios”, manifiestan desde la organización.
Además de las compras comunitarias, la Comunidad, Trabajo y Organización (CTO) lleva adelante varios proyectos productivos desde hace más de ocho años en el valle de Traslasierra: huertas familiares y comunitarias para la producción hortícola, producción de animales de corral y avícola (carne de pollos y huevos). Tiene una fábrica de alimentos balanceados, incubadoras para la reproducción de gallinas y producción apícola. Hacen dulces, conservas y pastas, entre otras cosas, con cuatro claves: soberanía alimentaria, agricultura familiar, agroecología y trabajo digno. Desde hace tiempo, llevan adelante una lucha para acceder a tierras productivas para poder aumentar la escala: “Todas las organizaciones estamos en momento de transición. Por un lado, de aumento de la escala de las producciones propias y de la comercialización de productos propios. Por otro lado, de transición agroecológica en el modelo productivo”, afirma Fabricio.
Desde la CTO, están convencidxs de que el salto de la escala es indispensable en este momento histórico como desafío para las Organizaciones Rurales. La CTO es parte de la Unión de Trabajadorxs Rurales (UTR) y de la Rama Agraria de la Unión de Trabajadorxs de la Economía Popular (UTEP): “Vivimos y nos organizamos en los departamentos de San Alberto y San Javier, en zonas rurales de escaso acceso a servicios de comunicación e internet eficientes. Nos organizamos para luchar por un mundo más justo con acceso a la salud, educación, tierra, techo, trabajo y comunicación”, afirma Fabricio.