Las cooperativas son una forma de organización autónoma y colaborativa que se caracteriza por su horizontalidad y capacidad de autogestión al momento de trabajar. Han sido de gran utilidad en todo el mundo, especialmente cuando el sistema económico se desestabiliza y entra en crisis, afectando inmediata y directamente a lxs trabajadorxs.
Este tipo de asociación se presenta como un espacio de transformación social, donde la autogestión no solo está determinada por la autonomía de lxs trabajadores por un espacio determinado para la toma de decisiones productivas, sino también, por la integración del individuo, la comunidad y el medio ambiente en una mirada ecológica del mundo¹.
Es importante entender que una cooperativa no es tan solo una manera de agruparnos para resolver nuestros problemas económicos, si bien cumplen un rol económico al buscar fines productivos centrados en las personas con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de sus socios². Una cooperativa es, sobre todo, un grupo de afinidad que tiene como propósito realizar una transformación social, pensar desde su organización la construcción de otra sociedad posible.
Ser una cooperativa no requiere necesariamente su conformación legal, por el contrario, ésta puede decidir no conformarse legalmente y, sin embargo, adoptar un funcionamiento cooperativo en todos los aspectos.
La primera cooperativa nace en Rochdale, Inglaterra, en el año 1844. Llevó por nombre Rochdale Equitable Pioneers Society (Sociedad Equitativa de los Pioneros de Rochdale) y fue fundada por veintisiete hombres y una mujer. Lo que la hizo una cooperativa como tal, fue el hecho de redistribuir sus ganancias entre sus socios. A la vez, su importancia radica en que a partir de ella se fundaron los llamados “Principios de Rochdale”, que son los que trazan, hasta el día de hoy, los lineamientos base de las cooperativas, porque establecen valores y principios claves para el desarrollo de este tipo de organización. Los principios de Rochdale son: ayuda mutua; responsabilidad propia; democracia; igualdad; equidad y solidaridad.
De esta forma, desde sus comienzos, las cooperativas han perseguido una serie de valores que no han sufrido gran modificación hasta nuestros días, y que se refieren a la construcción de grupos de afinidad que persiguen un objetivo común, donde quienes participan -saben- no los podrían lograr de manera individual. Y es que en la raíz de la idea del cooperativismo está el reconocimiento de la solidaridad humana como una expresión orgánica de nuestro instinto.
Todo esto conlleva un desafío enorme para quienes hemos sido criadxs inmnersxs en una sociedad capitalista e individualista como la nuestra: lograr organizar a un grupo de personas no es tarea sencilla, ya lo sabrán quienes se han embarcado en esa misión. Cuando nos referimos a que una cooperativa se basa en la idea del apoyo mutuo estamos aludiendo a una idea que necesariamente necesita hacerse acción para lograr todo su potencial.
El apoyo mutuo tiene mucho de acomodo, confianza, escucha, respeto, libertad, paciencia, reflexión, silencios, motivación y objetivo común. Decir apoyo mutuo implica todo ello y más, a lo que nos referimos, es que esta es una práctica, y como tal, no sirve memorizar las formas o los principios si no logramos hacerlos carne con otrxs y llevarlos a la práctica. En el hacer está su riqueza y potencial transformador.
Entonces, abrazar la idea del cooperativismo es comenzar a operar en otras lógicas a la hora de compartir y resolver nuestras necesidades al desempeñar nuestros quehaceres, muy distintas a las que a muchxs nos enseñaron en nuestras casas, colegios y en la calle. Entendemos que su ejercicio conlleva muchas frustraciones, no es fácil ponerse de acuerdo, escuchar sin miedo, o hacernos entender. Son herramientas que se adquieren en el compartir, con el mismo ritmo que -siempre repetimos- significa aprender un oficio: lento, con dedicación, atención, ternura y calma.
A todxs nos podría venir bien una manito con el tema, por lo que hemos decidido realizar una serie de entrevistas a diversas cooperativas para que nos compartan sus experiencias exitosas y catastróficas, con el fin de ayudarnos a pensar nuestras propias experiencias colectivas a través de las suyas. Esta es una herramienta antigua que han utilizado a lo largo de la historia diversos movimientos sociales: a veces, no es necesario reinventar la rueda, la historia y sus experiencias nos muestran que ya tenemos camino avanzado en el plano organizacional. Porque si queremos realmente transformar la sociedad en la que nos tocó crecer es necesario que hagamos realidad las ideas, tomar las herramientas que nos dejaron lxs amigxs ya muertos, sobre todo hoy, que nuestra realidad social está fértil para nuevas formas y el tiempo apremia por realizar los cambios imaginados por tantos años.
Tenemos la intención de que cada vez sean más lxs que encuentren sus espacios de afinidad, lxs que puedan practicar en alguna medida sus quehaceres de forma compartida, donde no solamente tengamos que cuidar solxs de nuestras espaldas, nuestra salud, educación y economías, sino que podamos sacudirnos los vicios del sistema que nos educó en el egoísmo y podamos construir espacios que nos acomoden y desde los cuales potenciar la transformación social a la que le hemos entregado una vida para verla hecha realidad.
¹ Kropotkin, P. Campos Fábricas y talleres. Valencia: Sempere.
² Ley General de Cooperativas, Diario Oficial del Estado. 17 de febrero de 2004