De hierbas y yerbateros en Santiago de Chile

Celia Cisternas U.

La yerbateria, una práctica tradicional propia de la medicina popular chilena y latinoamericana, subsiste hasta el día de hoy, inclusive en grandes ciudades como Santiago de Chile. Usar hierbas es una práctica que remite a una memoria familiar, a la constitución de una identidad y una manera de concebir la enfermedad y la salud, donde las hierbas medicinales pasan a ser un símbolo que sostiene constantes procesos de formación de los sujetos mediante el reconocimiento mutuo entre yerbateros y sus usuarios.

Lehnert, Pierre Frédèric, ilustrado por Gay, Claudio en Atlas de la historia física y política de Chile. (1800-1873) Vendedores en las calles ; aguatero ; yerbatero ; panadero ; sandillero. Perteneciente a la colección de la Biblioteca Nacional de Chile. Con esta ilustración se evidencia la antigua data de este oficio tradicional, el yerbatero se encuentra al fondo a la derecha.

Hacerse y saberse yerbatero

En diferentes rincones de la ciudad de Santiago, en puestos o en locales establecidos, se desprenden las fragancias de hierbas secas. Algunas de ellas están colgadas con atados artesanales o se encuentran envasadas en pequeños y rústicos paquetes plásticos. Es probable encontrar a su alrededor cremas y aceites artesanales, tés, tizanas, raíces, semillas y productos puestos a disposición para fines terapéuticos, y otros como inciensos y velas. No obstante, el sello característico de estos lugares es la masiva presencia de plantas medicinales.

Fotografía por Celia Cisternas, (2015). Hierbas medicinales empaquetadas en puesto callejero de un yerbatero de Santiago.
Fotografía por Celia Cisternas, (2015). Hierbas medicinales en proceso de secado.

El yerbatero espera en su puesto, sentado o de pie, ordenando sus mercancías, conversando con algún comerciante vecino, a ratos respondiendo a los saludos de algunos transeúntes que pasan por allí y que ya lo conocen. No tiene para qué ofrecer sus productos en voz alta. Algunos peatones observan atraídos por la curiosidad y otros directamente preguntan por lo que necesitan.

Así es parte del día a día de un yerbatero en Santiago de Chile, pero ¿cómo ha llegado a convertirse en lo que es?
De acuerdo a los yerbateros contactados, el oficio puede ser adquirido, en su mayoría, gracias a una herencia familiar, mediante uno de sus padres u otros parientes. Desde allí, cobra importancia la transmisión oral y la práctica de «ensayo y error» que puede comenzar desde edades tempranas. Algunos solían acompañar a sus familiares a trabajar y como observadores del quehacer del oficio fueron aprendiendo a conocer las plantas. También a reconocerlas, recolectándolas en la cordillera, la costa o los valles, para luego secarlas. De esta forma, participaban envasando y ordenando las hierbas.

Si bien hay quienes no tenían un pariente antecesor en el rubro, todos tuvieron contacto con las hierbas desde pequeños. Sus padres o abuelos tenían huertos de hierbas medicinales, o se las conseguían para tratar a su familia cuando lo estimaban necesario. De lo anterior, se desprende que se generó una familiarización con las plantas medicinales al interactuar con ellas desde la infancia. En consecuencia, la idea de subsistir a partir de su comercialización, orientada a quienes continúan considerándolas efectivas, no les resultó extraña o ajena.

Al ser un oficio tradicional, no es algo que hayan comenzado a aprender como un saber académico en institutos o universidades, sobre todo teniendo en cuenta las dos décadas, o más, que han transcurrido desde que los entrevistados comenzaron en el rubro. Hubo un otro que los guio en lo que respecta a las propiedades de las hierbas, cómo interactuar con los clientes, y a manejar su medio de trabajo en general.

Bajo sus propios criterios, un «auténtico yerbatero» no depende de la información de las etiquetas, depende de lo que ha aprendido, observado y experimentado, junto con la responsabilidad de siempre estar reforzando lo que saben. Una etiqueta puede ser un recordatorio, pero en ningún caso consideran que deben conformarse con eso.

Varios reflexionan que este corpus de saberes no se adquiere de una vez y para siempre, lo que incluye saber reconocer a las plantas y sus propiedades y la forma en que las personas deben utilizarlas de acuerdo a sus dolencias o inquietudes. Uno de los medios para su instrucción son los libros y enciclopedias especializados en herbolaria, y ahora algunos recurren a internet, como también varios han tomado cursos cortos en torno a la herbolaria y la salud.

Pero sostienen que es por sobre todo en la práctica donde se obtiene el conocimiento más significativo, al interactuar con las personas notan cuánto saben y qué les falta por conocer. Dependiendo de los resultados que sus propios usuarios han ido obteniendo con las hierbas, van verificando y reafirmando lo que aprendieron, porque comprueban que lo que leyeron o lo que les enseñó otro yerbatero es realmente veraz.

El deseo de adquirir y reforzar el conocimiento en el tema, es algo que ellos mismos consideran como su responsabilidad. De no hacerlo, se podría estar atentando contra el propio oficio, perjudicando su imagen ante la ciudadanía y su reputación como conocedores de hierbas medicinales y el uso común de ellas. Ser yerbatero conlleva un deber con sí mismo, con su gremio y con su público. Por lo que el «hacerse yerbatero» es un proceso abierto, que implica estudio permanente y seriedad, siendo el contacto con el público lo que le entrega sentido y satisfacción a su oficio, además de ser un soporte económico, generando así en el medio social su legitimidad para ejercer como tales. Este criterio es unánime y compartido por los entrevistados, aunque en algunos se manifiesta con más fervor que en otros. De ahí que podríamos explicar que son sus clientes quienes los habilitan como yerbateros, porque gracias a ellos verifican que lo que practican y saben tiene una función que va más allá de sólo ser un medio de subsistencia, transformándose en algo que visualizan también como un servicio.

Hierbas: símbolos

A partir de las entrevistas a usuarios de yerbateros, su interés en consumir hierbas y otros productos que son ofrecidos en estos espacios, guarda relación con una serie de factores, dentro de los cuales uno de los más reveladores se relaciona con la familia. Resulta significativo que todos los entrevistados proclamen que el inicio de su relación con las hierbas se remonta a etapas de su infancia, cuando sus padres o abuelos acostumbraban a emplear la herbolaria con ellos y con otros de sus demás parientes cuando padecían algún trastorno o malestar.

En definitiva, se produce una relación que no se enmarca simplemente en el plano de lo comercial. El yerbatero no es sólo un proveedor de hierbas, sino que además mantiene un conocimiento tradicional (oralidad y experiencia) y tendría la gran ventaja de poseer un carácter que sienten más personalizado, donde no deben salir de su cotidianeidad. Más aún hay una parte del servicio (quizá la más importante) que no se cobra: la palabra, el intercambio de saberes en un lenguaje sencillo, que viene a constituirse como la gran ventaja que lo distingue de ser solamente un vendedor. Es quien los reconecta con esa memoria, herencia o costumbre familiar, manteniendo y re significando su conexión con ella a través de la adquisición propia de la hierba y de la información sobre la misma en base a algún padecimiento en particular.

La obtención y reconexión de esta memoria ayuda en parte a generar y mantener un lazo social. Se está validando una forma terapéutica que ha sido presentada gracias a parientes antecesores, por lo que es una práctica que está llena de sentido y significado. Estas asociaciones y memorias constitutivas son mantenidas y resignificadas a lo largo del tiempo por medio de la figura del yerbatero. Además, puede que ese yerbatero sea el mismo al que acudían generaciones anteriores del mismo seno familiar del usuario.

Creative Commons, (2017). La infusión es uno de los usos más comunes de las hierbas medicinales, una imagen que ha sido conocida desde la infancia en la memoria de los usuarios que las consumen.

Reconocer y reconocerse

Podemos observar que existe un reconocimiento desde el usuario que, satisfecho; vuelve a dar las gracias, a comprar otra yerba, o en algunos casos, envía a otra persona que viene recomendada. De esta manera, este «ser yerbatero» se va cimentando a lo largo del tiempo, transformándose en un proceso de subjetivación (Honneth, 2014) constante donde su contacto con los usuarios resulta ser fundamental para legitimarse en el medio social.

El reconocimiento del usuario al yerbatero ejerce una doble función. Por un lado refuerza y comprueba lo que el yerbatero sabe; cuando alguien declara que los consejos o el producto recomendado han dado resultados, va sustentando y respaldando lo que el yerbatero ha ido aprendiendo y recomendando. La segunda función es que a través de él van adoptando una cierta conciencia de un rol de utilidad que otorga alivio a los demás, a la comunidad. Su oficio no es solamente una actividad de subsistencia, tiene además un sentido más profundo; es una ayuda para superar las dolencias que sufren otros. Cuando eso sucede, los yerbateros van generando y manteniendo su clientela: las personas que vuelven y los van recomendando, perpetuando así los procesos de subjetivación y del reforzamiento de un lazo social.

Desde el otro sentido, es decir el reconocimiento del yerbatero al usuario, se reconoce su lazo familiar con las hierbas, las que, como símbolo, componen lo que para ellos se denomina como lo «natural», lo sano y adecuado. El uso de las hierbas tiene su origen en una experiencia conocida, y es parte de una memoria, de un conocimiento legado.

Elaboración propia, (2016). Esquema que sintetiza el rol simbólico de las hierbas medicinales ofrecidas por el yerbatero.

Tratar con el yerbatero, portador de un oficio tradicional, es enaltecer la práctica de curarse con hierbas, honrando una tradición familiar y nutriendo ese corpus o simplemente perpetuándolo en el tiempo gracias a las hierbas que el yerbatero facilita. Por tanto, es un referente para los usuarios desde el medio social, porque también reconoce eso que los constituye y aporta en sus propios procesos de subjetivación.

Yerbateros en Santiago

Puestos de Comercio Ambulante

  • Unión Latinoaméricana con Salvador San Fuentes (Frente a Consultorio N°5)
  • Av. Vicuña Mackenna, altura de Baqueano (antes de llegar a Arturo Burhle) vereda oriente
  • Matucana 57 (vereda oriente)
  • Av. Independencia con General Prieto
  • Av. Pedro de Valdivia, altura 3412, vereda oriente (Un poco antes de intersectar con Av. Irarrázaval)

Yerbaterías & Direcciones

  • Labrín Brasil 692.
  • Rey de Reyes General Mackenna 1202.
  • San José San Pablo 1024 (Entre Puente y Bandera)
  • Mil Logro Diagonal Cervantes 797, esquina San Antonio – Vega Chica. Artesanos 713, local 224.
  • Yerba Vida Bascuñán Guerrero 221.

 


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
CISTERNAS, C. 2016. Yerbateros en los tiempos de la biomedicina y la farmacología. Enfermedad, curación y subjetividad en Santiago de Chile. Tesis para optar al grado de Licenciada en Antropología y al título de Antropóloga. Facultad de Ciencias Sociales, Escuela de Antropología, Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Santiago, Chile. Disponible en: bibliotecadigital.academia.cl/handle/123456789/3672
HONNETH, A. 2004. La théorie de la reconnaissance: une esquisse. Revue du MAUSS, 2004/1 (n°23): pp. 133-136. Editorial La Découverte, París, Francia. Disponible en: www.cairn.info/revue-du-mauss-2004-1-page-133.htm (Revisado el 15 de Febrero de 2016).
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