Descubriendo la pintura de Basalto

Intercambio y convivencia en un recorrido por Mesoamérica

El artesano de la piedra de basalto, Arturo Lomelí, nos compartió el proceso del oficio que practica en su pueblo natal, San Lucas, al sur de Guadalajara. Colaboramos con él durante una semana pintando la fachada de su taller, en una de las estaciones del proyecto “Del Mayab’ al Anahuac”, iniciativa autogestionada que nos permitió conocer distintos rincones de México y Guatemala.

escrito por Pelwenu Artes y Oficios

Indagando en los usos posibles para las arcillas en su diversidad de contextos, recorrimos algunos lugares del territorio mesoamericano, desde el oeste de México en la Riviera Nayarit, hasta el occidente de Guatemala en Sololá; pasando por la Península de Yucatán y diversos puntos del norte de Guatemala y sur de México. Este proyecto autogestionado, “Del Mayab’ al Anahuac”, nos permitió conocer espacios culturales en su auténtica expresión, desde un compartir en búsqueda del reconocimiento de los territorios ancestrales, donde han habitado culturas tan diversas como los olmecas, toltecas, teotihuacanos, mexicas, mayas, entre muchos otros pueblos.

En nuestro paso por la zona central de México, en el Estado de Jalisco, conocimos la Laguna de Cajititlán, lugar en el que el Municipio de Tlajomulco lleva a cabo la ‘Ruta Artesanal’, proyecto que busca darle visibilidad a los talleres artesanales del entorno de la laguna, realizando intercambios entre los artesanos locales y artistas que pinten su fachada en un espacio de convivencia. Llegamos así hasta San Lucas, para conocer el trabajo de Arturo Lomelí, artesano de la piedra de basalto. Con él y su familia, María Magdalena y Sandra, compartimos durante 4 días para conocer su oficio y compartir con ellos lo que nosotros también realizamos.

La Laguna de Cajititlán se ubica a pocos kilómetros al sur de Guadalajara. Su cercanía con la ciudad está generando un proceso de conurbación que entrecruza la vida moderna con la cotidianeidad rural. En los pueblos ribereños se expresa la cocina tradicional en todo su esplendor. El metate, el molcajete, y cada artefacto de piedra necesario para la gastronomía, están presentes en todos los hogares de la zona.

Arturo Lomelí aprendió el oficio desde siempre con su abuelo, su papá y sus hermanos. Hoy también desarrollan el oficio sus hijos. El uso de las grandes piezas de piedra en la cocina tiene un sentido más allá del práctico, porque también ayuda a mineralizar los alimentos, al ser molidos en su superficie. Tanto con la base como con la piedra de moler, se aporta diversidad de minerales en la preparación de los alimentos; y mientras mayor diversidad, más nutrientes para el organismo.

 

Ese árbol y esa piedra, son pintura

Del trabajo de tallado y pulido de las piezas se desprende un polvo muy fino. Le consultamos a Don Arturo si le daba algún uso a este polvo, nos respondió que no; sólo queda ahí en el suelo. Le explicamos que su consistencia era similar al polvo de arcilla, y le pareció buena idea probar a ver si sirve para pintar.
Antes de llegar a San Lucas, habíamos estado haciendo un recorrido por los talleres artesanales de la Laguna. En Cuexcomatitlán, conocimos el taller de cestería, donde entre las risas de la conversación, un abuelo se puso muy serio para decirnos:
“¿Ves ese árbol? es pintura! ¿ves esa piedra? Ráspala, ¡es pintura!”
Hicimos unas pruebas sencillas y nos dimos cuenta que con este polvo también podíamos plasmar color. En el taller Lomelí se trabaja con basalto gris y rojo: de ellos, sólo el gris dio buen resultado en su uso como pintura. De todas formas, le hicimos caso al abuelo de Cuexcomatitlán. Los resultados alegraron mucho a Don Arturo, igual que a nosotros. Fue algo inesperado y, para él, aún incomprensible.
La tierra arcillosa -también conocida como barro- y muchas piedras, naturalmente expresan procesos milenarios dentro de su composición. Estos minerales, óxidos y otros compuestos, son los que, en gran parte, otorgan el color a cada material.
Cada vez se descubren más herramientas para diversificar el uso de materiales recolectables, progresivamente con menor demanda de productos industriales. Es un área de estudio con muchas aristas. Cuando usamos las arcillas para hacer pintura, no hemos necesitado recurrir a óxidos procesados o sintéticos, ni agregar elementos o modificar los colores naturales de las tierras y el basalto, siempre ha sido suficiente la belleza natural del color que nos concede la Tierra.

 

De la tierra al muro

Una vez pintando la fachada de Don Arturo, quisimos plasmar los íconos que a él le interesaban, y para su hija y esposa también eran importantes. Por ejemplo, el metate-molcajete; una artesanía en la que es considerado precursor. También le interesaba mucho que quedara plasmado el uso de las manos en la labor.

Mientras pintábamos, en un comienzo la gente que pasaba no confiaba en lo que veía, pero poco a poco fueron pasando de las miradas distantes y oblicuas, al saludo cordial y las charlas amistosas. Pudimos comprender la importancia del trabajo realizado con cariño, cuando no se entienden las primeras rayas y la presencia de esta gente foránea (nosotros) en un pueblo tan tradicional, donde casi todas las familias se dedican a la fabricación de molcajetes.
Compartimos la intimidad de la familia Lomelí, probando exquisitos platos típicos creados por María, como el pozole, un caldo cocinado a leña. Los aromas y sonidos quedan en el alma para contribuir a la eterna inspiración que nos permite plasmar cultura a través de los colores que recolectamos. Incluido el polvo de basalto.

 

Arcilla y basalto: ramas de un complejo árbol genealógico

Las arcillas son sedimentos o depósitos minerales, formados hace millones de años, de material granuloso muy fino, las podemos encontrar como rocas blandas que se tornan plásticas en contacto con el agua. Se componen principalmente de silicato de aluminio hidratado, esto es: sal formada por combinación de ácido sílico más carbonato alcalino. Los silicatos constituyen el 92% de la corteza terrestre y forman el árbol genealógico de las arcillas, están en su origen*.
En su interior, el planeta Tierra está conformado por extensas capas que tienen kilómetros de extensión. Bien adentro, a una profundidad aproximada de 1200 kms., se encuentra el núcleo extremo, rico en hierro y magnesio, caliente y fluido. Alrededor de este núcleo, pero no de manera estática, sino que flotando encima, entre los 5 y 70 kms. de profundidad, se encuentra el manto terrestre, rico en sílice y aluminio. Sobre éste se encuentra la corteza terrestre.

El núcleo extremo es la madre de todas las formaciones que afloraron en la corteza terrestre. Las primeras rocas superficiales se formaron a través de erupciones volcánicas que condujeron material a la superficie, enfriándolo y cristalizándolo, dando así origen a las rocas básicas como los basaltos. La acción, a través de los milenios, de vapores y gases calientes sobre las primeras rocas, condujo a su alteración y la formación de mezclas finas de materiales, a través del arrastre y el depósito; principalmente por la acción de mares, ríos, glaciares y vientos. De este proceso milenario provienen los basaltos y las arcillas. Materiales que, después de milenios de procesos naturales, van quedando plasmados en los muros para transmitir las expresiones vivas de las culturas.


(*) ¿Qué son las arcillas? http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/ciencia/volumen3/ciencia3/109/html/sec_6.html
Anterior
Melina Rapimán (parte III)

Melina Rapimán (parte III)

Próximo
De cocciones y autonomía: El camino de una cervecería independiente

De cocciones y autonomía: El camino de una cervecería independiente

También te puede interesar: